La asociación insoslayable que supone afirmar un acuerdo consensuado con el rigor que caracteriza nuestra firme convicción de reintegrar las cuotas de permisividad para el gremio de los artistas de toda índole nos asegura la exploración de un terreno virgen, suceptible de seguir manteniéndose inexplorado. Cualquier creador está a la altura del más subversivo de nuestros propósitos. Estamos llegando a soluciones definitivas en la organización jerárquica en el ámbito de las pesquisas planteadas para una mejora de las relaciones entre la clase política y la clase artística. Ellos con respecto a nosotros dicen no sentirse entendidos, ni falta que les hace. Nosotros les entendemos perfectamente. Desde la firma del convenio para la implantación sosegada de la empatía universal, el trato entre estos dos estratos sociales no ha hecho más que sonreír.
La convivencia goza de una salud democrática sin parangón pues se basa en el respeto de la mutua de seguros a todo riesgo sin prestar atención a los absurdos, vulgares e inútiles quehaceres cotidianos, cadenas higiénicas que ocultan el fondo de nuestras almas enfermas de angustia y estrés, con los detritus chorreando por los tobillos y los ojos inyectados en tubos de amnesia RGB.
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